martes, 20 de agosto de 2013

Velocitat terminal



Entregant-se al dimoni per primer cop a la seva vida; millor dit a la seva mort. Des que li van diagnosticar no havia parat de fer les bestiesses més grans que se li havien acudit. 

Les festes i les drogues aviat el van avorrir i començà a buscar activitats arriscades, cada cop més extremes, mirant de sumar experiències, provant d’adormir la consciència amb una nova dosi d’adrenalina. Cercava la mort, no estava disposat a consumir-se lentament, volia aprofitar el temps al màxim i trobar una manera més divertida de morir.  

Però aquell cop s’havia passat  i ara no hi havia marxa enrera. S’apropava al final a una velocitat increible i,  tot i que portava mesos buscant-lo, en aquell moment es va tirar enrera i va pregar “Si us plau, si us plau, encara no... vull viure un dia més!”

domingo, 4 de agosto de 2013

El teléfono



El teléfono comenzó a sonar de madrugada, pero nadie lo cogió. Desde mi cama, al otro lado de la pared oía los timbrazos, insistentes, y después de un rato, el silencio. Pero al cabo de unos segundos el teléfono volvía a sonar y otra vez, yo me removía en mi cama, cada vez más nervioso, mientras en el piso de al lado nadie parecía escuchar el sonido estridente del teléfono. De nuevo silencio. A ver si ahora podía volver a dormir.


Esta vez tardó un par de minutos, pero el teléfono volvió a sonar, insistente, agudo, irritante, y yo me incorporé en la cama y di unos golpes en el tabique que separaba el cabecero de mi cama del de mi vecino, un tipo normal, educado, que siempre daba los buenos días y hacía un comentario jocoso sobre el tiempo cuando compartíamos el ascensor. El teléfono hizo una nueva pausa, para tomar aliento, y volvió a sonar, esta vez más fuerte aún, incrustando cada timbrazo en mi oído, perforándolo hasta llegar al cerebro, dañando sin duda un montón de neuronas que ya nunca se repondrían de semejante agresión.


Esta vez me levanté, busqué las zapatillas y me dirigí a la puerta. Una vez en el rellano observé la puerta de mi vecino y escuché atentamente. No se oía nada.