miércoles, 25 de septiembre de 2013

La caja



Al principio no reparó apenas en la caja. El portero le había explicado que, cómo parecía pesada y llevaba varias etiquetas que advertían que se trataba de algo frágil, él mismo había abierto la puerta del apartamento y se había asegurado de que el mensajero la depositara con sumo cuidado en un rincón del hall. El portero era muy solícito cuando se acercaban las Fiestas y olía que podía obtener un suculento aguinaldo.

Al principio no reparó en la caja, como decía, pero cuando ya hubo soltado las bolsas en la cocina y le echó un vistazo, supo que era la misma caja. La observó desde varios ángulos antes de atreverse a tocarla, pero no le cabía duda.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El cementerio de llaves



El viejo miró la llave con extrañeza y volvió a introducirla en la cerradura pero no abría. Examinó el enorme llavero y probó con una segunda llave y una tercera antes de que alguien suspirase a sus espaldas.
—Espero que no tenga que probar con todas esas llaves.
—Habrá que tener un poco de paciencia— contestó el anciano como para sí mismo.
Y continuó probando las llaves una por una, con un ligero temblor en los dedos. Estaba seguro de que la primera llave era la correcta, pero no funcionaba, así que lo único que podía hacer era probar con las demás hasta dar con la buena. La edad no perdona, se decía a si mismo mientras seguía intentándolo de nuevo, convencido de que se había confundido de llave debido a un despiste.
Tenía llaves de todos los tamaños y formas. Algunas eran grandes y antiguas y estaban recubiertas por una capa de óxido que indicaba que no habían sido usadas en muchos años. A pesar de ello, también las probó. Sabía perfectamente que la llave que buscaba había sido usada cada día durante los últimos doscientos años,  pero había llegado a ese punto de incertidumbre en que ya no confías en ti mismo y dudas de todo.
—Ahí tiene usted muchas llaves— dijo una nueva voz detrás suyo.
—Están todas— contestó sin volverse.
A lo largo de los años había reflexionado muchas veces acerca de las llaves. La gente normalmente no se deshacía de ellas, cambiaban una cerradura, añadían una nueva llave al llavero pero tardaban un tiempo en desprenderse de  la vieja y cuando lo hacían solían guardarla en el fondo de un cajón. Era un comportamiento absurdo, pero así era la gente.