lunes, 22 de diciembre de 2014

Déjà vu



Con la última uva todavía en la boca, me invadió el desconcierto. Mientras los demás intercambiaban besos y brindis, yo observaba como el tío de la capa y la rubia televisiva insistían en desearnos un feliz 2014… ¡otra vez! Mi hermano atribuyó el gazapo a un simple despiste, mi padre opinó que se trataba de una inocentada tardía, y el abuelo apuntó la posibilidad de que nos hubieran colado el vídeo del año pasado. Fue mi madre, espíritu práctico y resolutivo, quien decidió comprobarlo pasando de un canal a otro, pero el Feliz 2014 se repitió de la Primera a la Sexta. Increíble, alucinante, chocante; enumeraba mi tía (aficionada a los crucigramas), cómo si se hubiera encallado en una definición: adjetivo, dícese de lo inusual o sorprendente.

Más inaudito aún resultó comprobar que nadie más se había percatado del incidente. Durante los primeros días de aquel segundo 2014, la panadera, el vecino del cuarto y el cartero insistieron en felicitarnos el año equivocado. Por suerte mi abuela vio el lado positivo del fenómeno y recomendó guardar los periódicos de la semana anterior. Conocer los números premiados le ha dado al fin un giro a nuestras vidas, después de un año.

Última participación del año en ENTC. El tema de este mes era: "...tras las campanadas del año nuevo" y la ilustración de Miguel Angel Cejudo.

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