miércoles, 25 de noviembre de 2015

Violencias breves



Hoy es #25N y quiero compartir con vosotros una pequeña colección de microrelatos con un nexo común: la violencia cotidiana, la de cada día, la que soportamos las mujeres sin ni siquiera darnos cuenta. Son cuatro cuentos cortos, con personajes que todos conocemos: Caperucita, Cenicienta, el principe azul,... pero podría haber muchos más, porque la microviolencia está en el día a día
Va por vosotras ;-*



Violencias breves

Encantado

Erase una vez… que el príncipe azul se convirtió en princesa, y fue así como tornó su característico color por el morado de los cardenales que adornaban el cuerpo de ella. Dolorido por los golpes y patadas, que él mismo había propinado a aquel cuerpo apenas unos segundos antes, seguía llorando y suplicando a Dios que le ayudara.
Ella, por su parte, paralizada con la mano en alto, ante el horror de la familiar escena y sorprendida por el giro que había dado la historia, miró de reojo a la bruja, escondida tras las cortinas, y le dijo: “mejor conviértelo en sapo”.

Espejo, espejito

La reina estaba furiosa; después de lo que llevaba gastado en salones de belleza, ropa de firma, gimnasios, dietistas, botox, masajes, manicura, cremas faciales,… Miró con desprecio al espejo mágico y marcó el teléfono de su cirujano plástico; él lo solucionaría.
La televisión seguía mostrándole imágenes de mujeres hermosísimas, de muslos flacos y cintura estrecha, con la nariz respingona y los labios voluptuosos y, naturalmente, con unas buenas peras. Pero ella ya tenía todo eso y seguía encontrándose vieja y fea. ¿Qué era lo que le pasaba? ¿Por qué aquel condenado espejo no se daba nunca por satisfecho?

Caperucita

El lobo siempre tiene una palabra para ella: ¡guapa!, ¡menudo cuerpo!, ¡que te como! Y ella, con sus auriculares puestos, subiendo el volumen de la música, más y más, hasta dolerle el tímpano y ahogar la rabia. Y el lobo se limpia las babas y vuelve al taller, a decirle al chaval lo que se ha perdido.
Caperucita está harta y hoy, cuando el lobo ha asomado el hocico, le ha enseñado un dedo y le ha sacado la lengua. ¡Que te quede bien claro, lobo, que yo no tengo miedo a ir sola por el bosque!

Cenicienta

Que me vaya a fregar, dice. Que me vuelva a la casa, a la cocina, que es mi lugar. Y lo dice a voz en grito desde la grada, mientras su hijo baja los ojos avergonzado y saca la falta lo más rápido posible.  Y yo lo reflejo todo en el acta, por vigésima vez esta temporada, pero tampoco hoy pasará nada,  no habrá sanción al club. Después de todo –dicen en la federación no ha habido violencia.

Pero tranquilas que no podrán conmigo. El domingo que viene, pienso volver a transformar mi ropa en un traje negro de árbitro, una calabaza en coche con el que llegar hasta el campo y si me cabrean mucho, sacaré mi varita mágica en mitad del partido y convertiré a esos machistas en ratones.

lunes, 23 de noviembre de 2015

El intercambio







Abandonan, primero uno y luego el otro, la habitación del hotel. Cada uno por su lado, maletín en mano –¡taxi! –, regresan a la oficina. Suben en ascensor, último piso, sala de juntas. Entran, primero el otro y luego el uno, con esos cinco minutos de diferencia pactados, apretón de manos, sin mirarse a los ojos.

Nos sentamos, primero tú y luego yo, codo con codo, trabajo en equipo, sonríes. Abrimos los maletines, primero yo y luego tú, y maldecimos, al unísono, esos cinco minutos, coartada imperfecta que hace imposible que los hayamos confundido en el ascensor, o en el taxi. Sonrío. Ahora ya lo sabéis todos, fue en el hotel. 


De nuevo es lunes de #REC, Otro micro para la colección de despojos.